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‘Cataluña separatista y la izquierda’, por Juan Ferrero

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independentismo

Cuando una persona dice: “Yo soy… (de cualquier opción política determinada)”, esa opción debiera ser fruto de la observación, el análisis, el raciocinio y la solidaridad, porque si no, corre el riesgo de hacerse caso o irse detrás del primero que pase tocando la “cencerrilla”.

Dicho lo cual, entro a tocar el tema de la Cataluña independentista y veo que tenemos el siguiente panorama:

Por una parte, un partido corrupto de derechas, que gobierna España y que permite que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, capitaneado por Mariano Rajoy  y que, por fin, se opone (hasta ahora) a que el estado español se haga pedazos´.

Por otra, tenemos una CAMARILLA  descendiente de los condes de Cataluña que luego derivaron en la más rancia burguesíay que hace ya mucho tiempo se fijaron como sueño  y objetivo  el convertir Cataluña en su cortijo particular para mangonear a su pueblo y no tener que dar cuentas a nadie de su economía y de sus corrupciones.

Sobre Cataluña quiero exponer las siguientes consideraciones:

-No existe ningún motivo ni geográfico ni histórico para que Cataluña exija la independencia.

-El disfrute de los derechos requiere siempre unas condiciones previas; así, por ejemplo, todo el mundo tiene derecho a ser locutor de radio, siempre que por lo menos pueda hablar. Por lo tanto, un mudo, como persona tiene ese derecho, pero no reúne las condiciones previas de la voz y, por tanto, no puede exigirlo como tal. El derecho a decidir de los separatistas carece del requisito de cumplir las leyes que nos hemos dado todos los españoles.

-Una nación es una comunidad con un territorio propio y que es soberana e independiente políticamente de otras comunidades. Queda claro que Cataluña no es una nación, porque ahora y siempre en su historia ha dependido de otras soberanías superiores.

-El deseo de independencia y la repudia al idioma español no han nacido del pueblo hacia arriba, sino al revés, ha ido imponiéndose desde le élite dominante hacia el pueblo llano.

-En cualquier caso, tendríamos que votar todos los españoles, porque Cataluña es una parte de España.

-Hasta la muerte de Franco los separatistas eran escasos. Con la llegada de la Democracia y la Autonomías, los presidentes Felipe González, Aznar y Zapatero, para poder aprobar los respectivos Presupuestos, pidieron una y otra vez el apoyo de los independentistas ofreciéndoles a cambio todo lo que quisieran. La CAMARILLA  separatista aprovechó para secuestrar a niños y jóvenes en un sistema escolar en el que se anuló el idioma español  (algo inconstitucional), imponiendo el catalán y adoctrinándolos por vía sentimental con el odio al resto de España. Los medios de difusión cayeron en sus manos y se castigó y atemorizó a  todo aquel que se mostrara partidario de España o su idioma. Como consecuencia lógica, el independentismo se disparó en número y en fervor, para disfrute y complacencia de la élite secesionista que veía crecer su proyecto.

Algunas aclaraciones y curiosidades.

-A Cataluña no la roba el resto de España. Si la roba alguien serán algunos de sus gobernantes y empresarios. Y por otra parte, hay que tener en cuenta que los impuestos se pagan por personas y no por autonomías.

-No hubo guerra entre España y Cataluña, se trató de enfrentamientos entre dos dinastía, la de los Austria y de los Borbones, por la corona de España, extendida a todo el territorio nacional.

-El himno de “Los segadores”, no era independentista puesto que se compuso por los campesinos que se levantaron contra sus amos.

-La “estelada” es una bandera copiada de la aragonesa y la cubana.

-La Diada es una fiesta de todos los catalanes, pero los separatistas se han apoderado de ella para sus fines.

-Cataluña no es una autonomía histórica que la haga especial de las demás, por lo tanto es una falacia eso de tener que negociar para buscarle un “encanje” privilegiado en España.

Ante esta situación, se empieza a detectar que una parte de la Izquierda de España apoya el referéndum (que es un paso hacia el separatismo), poniéndose de parte de la CAMARILLA secesionista. Y se está extendiendo la idea clasificatoria de que el partidario de los separatistas es de izquierda y los que están en desacuerdo con ellos son “fachas”.

Creo que es de un error, fruto de la miopía política. Ya se sabe que hay que combatir a Rajoy y a lo que él representa e intentar expulsarlo  del Gobierno; pero ponerse de parte de la más rancia derecha catalana, heredera de la nobleza  y la rica burguesía  (que es la que inventó lo de la independencia) para derrumbar a Rajoy, me parece una incoherencia que no tiene ni pies ni cabeza, que puede convertir a los militantes de izquierda en “tontos útiles” y que puede pasar factura en futuras convocatorias electorales.

Porque no se trata de un enfrentamiento entre izquierda y derecha ni entre Cataluña y Rajoy, sino que el enfrentamientos  se da entre el grupoelitistas que gestiona el referéndum para dar un golpe de estado llevándose parte del territorio nacional (transgrediendo todas las leyes) y el resto de españoles, incluidos catalanes no secesionistas.

Juan Ferrero

 

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‘Caminata a la lucha y la reivindicación’, por Francisco Carrillo

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'Caminata a la lucha y la reivindicación', por Francisco Carrillo

Caminante, no hay camino, se hace camino al andar (Antonio Machado)

Aunque ya lleva un corto camino recorrido, el jueves noche, en claro acuerdo con la luna llena, la plataforma “Unidos por el Agua” escenificó su primer acto tras su legal constitución. Al atardecer de El Viso, aunando el sol poniente y la luna naciente, se congregaron un par cumplido de cientos de personas de toda edad, condición y procedencia en extramuros para una caminata. La aspiración era clara y sencilla: dar visibilidad a la plataforma, hacer ejercicio sano, comer un bocadillo en comunión reivindicativa y disfrutar de nuestro cielo con una luna espectacular.

Y el destino de ella, como todas las cosas importantes de la vida, sin nombrarlo, era la razón de nuestra procesión de zapatilla y mochila. Su nombre reverbera, una y otra vez, en las conversaciones de Los Pedroches y, supongo, el Guadiato: La Colada. El pantano olvidado, rescatado de ese pozo para intentar convertirlo en lugar emblemático de disfrute de la naturaleza y al que la realidad, que todos conocíamos y nadie quería reconocer, lo empujó a la sima del oprobio público: su agua está contaminada, incompatible en parte con la vida.

Pero aún así, anoche a su vera, en una orilla oscura como nuestro futuro, aún así, esa agua está salvando al norte de la provincia. Y de alguna forma a sus representantes, pues si la suerte de la Colada hubiera sido la misma que Sierra Boyera, se podría asegurar que los centenares de anoche serían miles muy cumplidos. Quizá coléricos. Quizá envalentonados con el arrojo del que nada más tiene para perder.

Ayer salía la noticia de que Andalucía aún tiene 4500 millones de euros de fondos europeos sin ejecutar. Si esto es así, se me ocurre de primeras un par de actuaciones imprescindibles, urgentes y justas en los Pedroches y Guadiato. Tenemos una ruina encima y, aunque el dinero no la pueda reparar en su totalidad, si puede ayudar a que sea, al menos, soportable.

Hago desde aquí un ruego a todos nuestros representantes políticos para reunirse ya, armarse de buena voluntad y hacer, de una buena vez, algo por una tierra secularmente olvidada y castigada.

Por favor.

Francisco Carrillo Regalón

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‘La moral de las naranjas’, por Juan Ferrero

“Tomar una naranja del árbol no es moralmente ni bueno ni malo, depende”

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Naranjo, naranja

El pueblo es pequeño, pero tiene una plaza cuadrangular, amplia, rodeada en su interior por alegres naranjos, así como en todas las calles que a ella afluyen. Anualmente, el Ayuntamiento recolecta la dulce fruta y las invierte en algún objetivo municipal. Esta temporada, tras un referendo entre sus vecinos, se ha acordado por unanimidad, y así se ha recogido en un decreto de la Alcaldía, que el dinero conseguido con la venta de las naranjas irá a amortizar todo o parte de la colocación en el centro de la plaza de una fuente que la embellezca aún más.

El decreto se toma como ley y quien la incumpla será multado.

El hombre que atiende el quiosco de la plaza es persona honrada, de principios cívicos, y ve acertado el proyecto al que los vecinos se han comprometido.

Mas pasando el tiempo, observa que algunos vecinos, incumpliendo el compromiso contraído, van cogiendo naranjas para su beneficio particular.

La cogida de naranjas, poco a poco se va haciendo generalizada.

El hombre del quiosco comprueba, primero sorprendido y después indignado, cómo las naranjas van desapareciendo sin que ninguna autoridad haga algo para evitarlo. Es cierto que la policía municipal ha tomado algunos nombres para justificarse y enviado las correspondientes denuncias; pero luego el Alcalde no las tramita ni les da curso, porque cada vecino multado supondría la pérdida de votos de una familia en las próximas elecciones locales.

El quiosquero, sentado en el interior de su habitáculo, mira a la plaza y reflexiona:

Tomar una naranja del árbol no es moralmente ni bueno ni malo, depende de las circunstancias y las circunstancias son que de forma democrática y por unanimidad los vecinos se comprometieron a no coger naranjas para provecho propio y particular. El Alcalde este acuerdo lo hizo ley y la ley es necesario cumplirla y quien así no lo haga deberá recibir una sanción por el perjuicio producido a la colectividad.

Pero si los vecinos se sirven naranjas cada cual a su aire y el Alcalde no vigila ni sanciona, ¿cómo proceder?

Él es un hombre cumplidor de los acuerdos, que respeta la ley; una persona honrada, y aunque todos obren de modo contrario, tiene que mantenerse fiel a sus principios.

Sin embargo, por otra parte, ¿a quién perjudicaría si él también tomara algunas de las pocas naranjas que aún quedan…?

Pero no.

El quiosquero se entristece al constatar una vez más que en nuestra sociedad las personas decentes siempre salen perdiendo y los que no respetan nada y actúan saltándose las leyes y actuando de modo egoísta en beneficio propio con perjuicio para los demás, son lo que, a la larga, suelen quedar beneficiados.

Y ocurrió que el hombre del quiosco, honrado y cumplidor de las leyes democráticas se quedó sin naranjas y el pueblo se quedó sin fuente en la plaza.

Juan Ferrero

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‘Suben las gasolineras y baja el servicio’, por Juan Ferrero

“Los empleados, despedidos; los usuarios, haciendo gratis el trabajo de estos; y el empresario, tan complaciente”

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'Suben las gasolineras y baja el servicio', por Juan Ferrero

A veces, puede comprobarse lo fácil que le resulta a las clases dominantes conducir a la masa popular sin que esta proteste lo más mínimo.

Estamos quejándonos constantemente de la carestía de la vida por todas partes y luego llegamos a la gasolinera y le decimos a los empleados que sirven en los surtidores que se quiten de allí y se vayan al paro, que ese trabajo lo vamos a realizar nosotros de modo gratuito.

El asalariado, al que le habrán exigido al menos un cursillo o jornadas para que lleve en cuenta las más elementales normas a la hora de manipular sustancias inflamables y, por lo tanto, peligrosas, se marchará a engrosar la lista del paro, mientras nosotros nos bajamos del vehículo y, “generosamente”, tomamos el surtidor sin tener en cuenta los perjuicios que eso puede acarrearnos. Unas manchas en la indumentaria, por ejemplo, inutilizarían nuestras prendas de vestir. ¿Y quién pagaría eso?  En ocasiones, ni el dinero solucionaría el problema, como el caso en que las circunstancias y el tiempo, en pleno viaje, no permitiera el cambio de indumentaria; por no citar descuidos propios o con elementos y personas de acompañamiento o ajenas que se hallen junto a los mismos surtidores.

Resumiendo: los empleados, despedidos; los usuarios, haciendo gratis el trabajo de estos; y el empresario, tan complaciente. Porque, que nos conste, ni sindicatos, ni partidos, ni Ministerio de Consumo, ni el público en general dicen o hacen algo al respecto.

En  la vida cotidiana pueden darse abusos frente a los cuales poco puede hacer el individuo solo. Pero no es este el caso porque, por fortuna, aún existen gasolineras atendidas por sus empleados, y yo, mientras  sea posible, únicamente acudiré a estas (subrayo lo de “sea posible” ya que tampoco es caso de quedarse en la carretera sin carburante por no pararse en la gasolinera de autoservicio). Pero una cosa no quita la otra; todo es cuestión de prever y calcular.

Juan Ferrero

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