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Posibilidad del cambio o el cambio es posible

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Ayer, me recordaban que pertenecemos a un partido político al cual nos hemos afiliado libremente de acuerdo con nuestros principios y con nuestra manera de pensar, con valores muy importantes marcados en el inicio de su fundación, pero sobre todo porque nuestro espíritu ideológico toma conciencia y se destina a saber qué es lo que está sucediendo en la sociedad de la que formamos parte, qué necesitan los hombres y mujeres que nos rodean, imbuidos en un mal de dudas, en unas necesidades económicas, en un malestar social para el que nadie da una respuesta que pueda satisfacer las familias que no han podido matricular a sus hijos/as en la Universidad por falta de recursos económicos, con beca denegada, a esas otras que no llegan a final de mes por lo que ya todos sabemos, tantos y tantos problemas que conocemos y que somos incapaces de dar respuesta y algunos interrogantes adicionales que se quedan sin resolver, aumentando así la duda y la desconfianza de aquellos que en otros tiempos nos daban su apoyo.

Y nosotros/as, aquellos/as que pertenecemos a esta organización política erre que erre, hablamos del estado de bienestar concebido para todos/as, de una calidad de vida suficiente, poder acceder a la sanidad y la educación pública y a todas y cada una de las políticas sociales que a bombo y platillo pregonamos, pero vemos que la tristeza de la necesidad se mantiene y se alarga, si bien, algún que otro programa estudiado y elaborado desde la responsabilidad de los que gobiernan que no acaban dar la respuesta acertada, ni suficiente.

Nuestros responsables políticos apoltronados en sus cargos orgánicos e institucionales, no dejan de aludir al origen de nuestro partido, una organización con más de 135 años, defensora de la justicia, la verdad y la libertad… y tenemos suerte, porque hasta nos siguen escuchando.

Escuchamos nosotros/as a esos hombres y mujeres que con voces responsables nos dicen y nos advierten que tenemos que cambiar?, que es la cercanía y la proximidad lo que debe obligarnos a conocer y resolver sus verdaderos problemas y que en realidad desconocemos por no atender sus preocupaciones?, una y otra vez nos piden y solicitan cambios, caras nuevas no hipotecadas y con sus gestos nos obligan al cambio sin influencias, pero aquellos cuya responsabilidad les convierte en protagonistas eluden las advertencias, los comentarios, las palabras de los hombres y mujeres que tienen nuestro sentir político y piensan en la posibilidad del cambio.

Por otra parte otras voces no lejanas que militan en nuestro Partido y del que nos sentimos orgullosos/as de sus principios y valores nos recomiendan que hay que pasar a la acción, que aquello que nos está transmitiendo la sociedad hay que llevarlo a la práctica y que el cambio es posible, que son muchos/as los/as que piensan en ello y tenemos que dar los pasos necesarios, reuniones, foros de debate, participación, listas abiertas para cualquier cargo de responsabilidad orgánica o institucional.

Parece que ha llegado el momento, tras las críticas y comentarios no favorables, se empieza a tomar decisiones que afectan a la militancia y a muchos jóvenes inquietos y preocupados, pendientes de que se generen las alternativas necesarias que desde hace algún tiempo nos exige la sociedad que comparte mesa con nosotros y participa de nuestro sentir político.

Espero no darle razón alguna a los que piensan que las primarias han llegado de manera “exprés”, sino mas bien han sido motivadas por los principios de participación, proximidad y cercanía a nuestros ciudadanos y ciudadanas, a los que hemos escuchado, tomando de esta manera la decisión más acertada. No creo ni mucho menos en comentarios alejados de la realidad “que la posibilidad de presentar varias alternativas tiene su origen en imprimir legitimidad a este proceso”, quiero convencerme que nos basamos en la democracia interna, que esta oportunidad debe abarcar la participación de todos y cada uno de los afiliados/as, a Juventudes Socialistas y a todos/as los que simpatizan con este Partido.

Desde aquí, animo a la diversidad y a la pluralidad aunque no siempre es posible, respeto a los candidatos y candidatas, siempre debemos estar atentos desde la libertad a pronunciarnos en los procesos de elección, realizando todas las consultas necesarias, que se basen en la ilusión, trabajo y esfuerzo por nuestra organización política que lo necesita, con tiempo suficiente para poder elegir al mejor candidato o a la mejor candidata convencidos que hemos participado desde nuestra responsabilidad en una elección y no en una sucesión. Hemos comenzado la carrera, tenemos la obligación de llegar a la meta.

Por definición el cambio es posible, nos lo exigen aquellos/as de los que recibimos todavía su confianza y apoyo, por lo tanto, no pensemos en la posibilidad del cambio, sino acertadamente mas bien, que el cambio es posible, ya.

María José Andrada Fernández, portavoz socialista en el Ayuntamiento de Villanueva del Duque

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‘Caminata a la lucha y la reivindicación’, por Francisco Carrillo

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'Caminata a la lucha y la reivindicación', por Francisco Carrillo

Caminante, no hay camino, se hace camino al andar (Antonio Machado)

Aunque ya lleva un corto camino recorrido, el jueves noche, en claro acuerdo con la luna llena, la plataforma “Unidos por el Agua” escenificó su primer acto tras su legal constitución. Al atardecer de El Viso, aunando el sol poniente y la luna naciente, se congregaron un par cumplido de cientos de personas de toda edad, condición y procedencia en extramuros para una caminata. La aspiración era clara y sencilla: dar visibilidad a la plataforma, hacer ejercicio sano, comer un bocadillo en comunión reivindicativa y disfrutar de nuestro cielo con una luna espectacular.

Y el destino de ella, como todas las cosas importantes de la vida, sin nombrarlo, era la razón de nuestra procesión de zapatilla y mochila. Su nombre reverbera, una y otra vez, en las conversaciones de Los Pedroches y, supongo, el Guadiato: La Colada. El pantano olvidado, rescatado de ese pozo para intentar convertirlo en lugar emblemático de disfrute de la naturaleza y al que la realidad, que todos conocíamos y nadie quería reconocer, lo empujó a la sima del oprobio público: su agua está contaminada, incompatible en parte con la vida.

Pero aún así, anoche a su vera, en una orilla oscura como nuestro futuro, aún así, esa agua está salvando al norte de la provincia. Y de alguna forma a sus representantes, pues si la suerte de la Colada hubiera sido la misma que Sierra Boyera, se podría asegurar que los centenares de anoche serían miles muy cumplidos. Quizá coléricos. Quizá envalentonados con el arrojo del que nada más tiene para perder.

Ayer salía la noticia de que Andalucía aún tiene 4500 millones de euros de fondos europeos sin ejecutar. Si esto es así, se me ocurre de primeras un par de actuaciones imprescindibles, urgentes y justas en los Pedroches y Guadiato. Tenemos una ruina encima y, aunque el dinero no la pueda reparar en su totalidad, si puede ayudar a que sea, al menos, soportable.

Hago desde aquí un ruego a todos nuestros representantes políticos para reunirse ya, armarse de buena voluntad y hacer, de una buena vez, algo por una tierra secularmente olvidada y castigada.

Por favor.

Francisco Carrillo Regalón

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‘La moral de las naranjas’, por Juan Ferrero

“Tomar una naranja del árbol no es moralmente ni bueno ni malo, depende”

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Naranjo, naranja

El pueblo es pequeño, pero tiene una plaza cuadrangular, amplia, rodeada en su interior por alegres naranjos, así como en todas las calles que a ella afluyen. Anualmente, el Ayuntamiento recolecta la dulce fruta y las invierte en algún objetivo municipal. Esta temporada, tras un referendo entre sus vecinos, se ha acordado por unanimidad, y así se ha recogido en un decreto de la Alcaldía, que el dinero conseguido con la venta de las naranjas irá a amortizar todo o parte de la colocación en el centro de la plaza de una fuente que la embellezca aún más.

El decreto se toma como ley y quien la incumpla será multado.

El hombre que atiende el quiosco de la plaza es persona honrada, de principios cívicos, y ve acertado el proyecto al que los vecinos se han comprometido.

Mas pasando el tiempo, observa que algunos vecinos, incumpliendo el compromiso contraído, van cogiendo naranjas para su beneficio particular.

La cogida de naranjas, poco a poco se va haciendo generalizada.

El hombre del quiosco comprueba, primero sorprendido y después indignado, cómo las naranjas van desapareciendo sin que ninguna autoridad haga algo para evitarlo. Es cierto que la policía municipal ha tomado algunos nombres para justificarse y enviado las correspondientes denuncias; pero luego el Alcalde no las tramita ni les da curso, porque cada vecino multado supondría la pérdida de votos de una familia en las próximas elecciones locales.

El quiosquero, sentado en el interior de su habitáculo, mira a la plaza y reflexiona:

Tomar una naranja del árbol no es moralmente ni bueno ni malo, depende de las circunstancias y las circunstancias son que de forma democrática y por unanimidad los vecinos se comprometieron a no coger naranjas para provecho propio y particular. El Alcalde este acuerdo lo hizo ley y la ley es necesario cumplirla y quien así no lo haga deberá recibir una sanción por el perjuicio producido a la colectividad.

Pero si los vecinos se sirven naranjas cada cual a su aire y el Alcalde no vigila ni sanciona, ¿cómo proceder?

Él es un hombre cumplidor de los acuerdos, que respeta la ley; una persona honrada, y aunque todos obren de modo contrario, tiene que mantenerse fiel a sus principios.

Sin embargo, por otra parte, ¿a quién perjudicaría si él también tomara algunas de las pocas naranjas que aún quedan…?

Pero no.

El quiosquero se entristece al constatar una vez más que en nuestra sociedad las personas decentes siempre salen perdiendo y los que no respetan nada y actúan saltándose las leyes y actuando de modo egoísta en beneficio propio con perjuicio para los demás, son lo que, a la larga, suelen quedar beneficiados.

Y ocurrió que el hombre del quiosco, honrado y cumplidor de las leyes democráticas se quedó sin naranjas y el pueblo se quedó sin fuente en la plaza.

Juan Ferrero

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‘Suben las gasolineras y baja el servicio’, por Juan Ferrero

“Los empleados, despedidos; los usuarios, haciendo gratis el trabajo de estos; y el empresario, tan complaciente”

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'Suben las gasolineras y baja el servicio', por Juan Ferrero

A veces, puede comprobarse lo fácil que le resulta a las clases dominantes conducir a la masa popular sin que esta proteste lo más mínimo.

Estamos quejándonos constantemente de la carestía de la vida por todas partes y luego llegamos a la gasolinera y le decimos a los empleados que sirven en los surtidores que se quiten de allí y se vayan al paro, que ese trabajo lo vamos a realizar nosotros de modo gratuito.

El asalariado, al que le habrán exigido al menos un cursillo o jornadas para que lleve en cuenta las más elementales normas a la hora de manipular sustancias inflamables y, por lo tanto, peligrosas, se marchará a engrosar la lista del paro, mientras nosotros nos bajamos del vehículo y, “generosamente”, tomamos el surtidor sin tener en cuenta los perjuicios que eso puede acarrearnos. Unas manchas en la indumentaria, por ejemplo, inutilizarían nuestras prendas de vestir. ¿Y quién pagaría eso?  En ocasiones, ni el dinero solucionaría el problema, como el caso en que las circunstancias y el tiempo, en pleno viaje, no permitiera el cambio de indumentaria; por no citar descuidos propios o con elementos y personas de acompañamiento o ajenas que se hallen junto a los mismos surtidores.

Resumiendo: los empleados, despedidos; los usuarios, haciendo gratis el trabajo de estos; y el empresario, tan complaciente. Porque, que nos conste, ni sindicatos, ni partidos, ni Ministerio de Consumo, ni el público en general dicen o hacen algo al respecto.

En  la vida cotidiana pueden darse abusos frente a los cuales poco puede hacer el individuo solo. Pero no es este el caso porque, por fortuna, aún existen gasolineras atendidas por sus empleados, y yo, mientras  sea posible, únicamente acudiré a estas (subrayo lo de “sea posible” ya que tampoco es caso de quedarse en la carretera sin carburante por no pararse en la gasolinera de autoservicio). Pero una cosa no quita la otra; todo es cuestión de prever y calcular.

Juan Ferrero

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