¿Sabes tú quién soy yo?
Reflexión sobre la impermanencia

La sociedad actual en la que vivimos, y de la que somos parte, comete la estupidez de creer que somos dueños de algo, que esto o aquello nos pertenece, sin tener en cuenta que hasta nuestro cepillo de dientes nos sobrevivirá.
Nos aferramos absolutamente a todo creyendo que allí encontraremos la seguridad perdida, que cuando logremos aquel objetivo, aquella meta que nos hemos impuesto, por fin encontraremos la serenidad y estaremos en calma y felices. Pero, sin embargo, siempre vamos buscando nuevas metas, siempre seguimos corriendo hacia objetivos que cuando alcanzamos no nos dan nada de lo que habíamos esperado, y seguimos buscando, seguimos justificando nuestro modo de vida, seguimos mirando para otro lado, aunque sólo de soslayo, porque en realidad sabemos perfectamente que nos estamos equivocando, que algo está fallando, y además sabemos muy bien el qué.
Pero tenemos miedo, nos han enseñado tan bien a sentir miedo por todo, que a veces nos planteamos si seríamos capaces de vivir sin miedo, no nos hemos parado a pensar que la ausencia de miedo es la libertad, y que solamente siendo libres, libres de ataduras, estereotipos y máscaras sociales podremos conseguir nuestra verdadera meta, encontrarnos por fin con nosotros mismos, con nuestro verdadero yo, ése que lleva escondido tanto tiempo, que se nos había olvidado que está desde siempre con nosotros, que si nos permitiéramos escucharle, al menos de vez en cuando, nuestros objetivos y nuestras metas serian otros.
LOS CUATRO PENSAMIENTOS REALES
- Tengo una preciosa vida humana.
(Merece la pena cuidarla, mimarla, respetarla y disfrutarla). - Esa vida es impermanente.
(Estamos aquí por más o menos tiempo, pero todos morimos, y no podemos llevarnos absolutamente nada de los bienes que hayamos acumulado). - Está sujeta a causas y consecuencias.
(Todo lo que haces genera una respuesta, una reacción que será positiva o negativa dependiendo del acto y la intención con que lo hagas, tú eres el único responsable de tu vida). - Me tiene sumido en ciclos de placer y dolor.
(Hay un tiempo para aprender de todo, tanto de la tristeza como de la felicidad, ambas son experiencias necesarias, pero nuestra actitud ante cualquiera de ellas, supondrá la diferencia).
Si por fin reconociéramos que estamos aquí solo por un tiempo, y que ese tiempo merece ser valorado y apreciado como un hermoso regalo, si por un momento aceptásemos que todo cambia a tu alrededor si tú cambias, que todo se transforma según la alegría o la tristeza que le pongas, que la palabra crea, que el pensamiento ejecuta, que la intención cuenta y mucho. Entonces y solo entonces, sería posible que el ser humano cambiase el curso de su historia, que liberase esa catarsis continua, que le hace mirar siempre hacia el exterior olvidando su interior, que es lo único verdaderamente real y transformable.
Cuantos han venido antes que nosotros a intentar enseñarnos el camino correcto, el verdadero sentido de la vida, sin embargo, nosotros aún no queremos escuchar, nos da demasiado miedo el cambio, nos han enseñado que aquí estamos seguros, que solo aquí sabremos movernos, nos han dado un guión donde cada uno de nosotros desarrolla perfectamente su papel, y creemos que seríamos incapaces de representar otra obra.
Mientras tanto nos mantenemos en una sociedad consumista, que está perdiendo la capacidad de pensar por ella misma, de tener un criterio propio de nada, y que se siente más sola que nunca. Que ha sustituido a la familia por una supuesta calidad de vida, que se relaciona a través de aparatos, porque no tiene tiempo del contacto físico, que ha cortado su lazo con las generaciones anteriores, perdiendo así la única posibilidad de aprender de la experiencia.
Hemos ganado quizás alguna libertad, eso es lo que nos dicen, pero hemos perdido valores fundamentales para nuestra cimentación moral y emocional, nos hemos quedado sin referentes, y los hemos cambiado por acaparar cosas, objetos inútiles, que no pueden llenar el hueco que hemos dejado vacío.
Yo apuesto por volver a unir esos lazos, apuesto por seguir manteniendo unidas a las familias, estén estas constituidas por quien sea, dos seres unidos por un sentimiento ya son una familia, apuesto por seguir escuchando y aprendiendo de la experiencia de los que ya han vivido una vida, apuesto por la verdadera libertad de poder manifestar en cada momento lo que siento y lo que pienso, apuesto por el amor incondicional a esos mayores nuestros, que son nuestra reserva de sabiduría viviente.
Y sigo confiando plenamente en que el ser humano, todos nosotros, abramos de una vez nuestros corazones de par en par y seamos capaces de ser y expresar lo que realmente somos.

¿Sabes tú quién soy yo?
Hoy he descubierto el mundo por primera vez

“Hoy he descubierto el mundo por primera vez, he alzado el vuelo y rozado el cielo, solté las amarras, enjugué mis lágrimas, bauticé mi esencia y renací de nuevo. Exactamente hoy, ni ayer, ni mañana, he descubierto que es ser libre, y qué significa ser amada. Porque por fin descubrí que era yo la que no me amaba, que no se trataba de esperar, ni de temer por nada, se trataba de entregarse, y de compartir el alma”.
Muchas veces nos pasamos la vida esperando que el hombre o la mujer ideal aparezcan, sin embargo cuando creemos haberlo encontrado, nos pasamos la vida intentando cambiar aquello que no nos gusta. No somos capaces de salir de nuestro egoísmo y nuestro miedo, nos sentimos poco menos que engañados y llenamos nuestra vida de frustración y sufrimiento, dejando recaer en el otro toda la responsabilidad de nuestra felicidad.
Somos nosotros los únicos responsables de esa elección, pues por miedo, dejamos pasar la felicidad ante nuestros ojos. No nos atrevemos a observarnos por dentro, a ser sinceros, a ser valientes para reconocer que llevamos mucho tiempo sin amarnos, pero sí exigimos un amor que no somos capaces de darnos a nosotros mismos, llegamos a ser así de cobardes.
Cuando nos atrevemos, cuando superamos los obstáculos de la mente, los miedos, las dudas, y “soltamos”, rozamos el cielo, pues el Universo mismo nos enseña el verdadero significado de amar y ser amado, y nos envía el regalo más hermoso, el reencuentro con la mitad de nuestra alma, nos completa, nos sincroniza de nuevo con el origen de nuestra esencia.
Entonces todo cobra el mayor de los sentidos, entonces todo se armoniza y la vibración de nuestro ser queda equilibrada para siempre. Ya no existe el tiempo, no existen conceptos, ni medidas, entonces y sólo entonces simplemente “SE ES”.
Cuando dos almas gemelas se reencuentran todo se vuelve claro, sereno, y sencillo; y a través de una sola mirada, pueden crear el mundo. Solo necesitan unir sus pechos en un abrazo y fundirse en un solo corazón. Pues en realidad, desde el principio de los tiempos siempre fueron “SOLO UNO”.
“Sólo el Amor os hará libres”
¿Sabes tú quién soy yo?
Tu realidad solo la cambias tú

Si tomamos esta frase como cierta, tenemos una gran responsabilidad; y por lo visto pronto no podremos amparar ninguna duda al respecto, pues nuestros más refutados y expertos filósofos, investigadores, químicos y demás eruditos, están demostrando empíricamente, tras experimentos en laboratorios, con sus correspondientes fórmulas y controles de todo tipo que es exactamente así. Que realmente somos nosotros mismos los que creamos nuestra realidad.
Nuestra forma de percibir y observar altera y determina la acción y el estado de todo lo que nos rodea. Tenemos un enorme poder, una magnifica habilidad que nadie nos había contado hasta ahora, y que desde luego no teníamos ni idea de cómo usar. Más bien llevamos toda la vida empleándola en nuestra contra por lo que se ve.
Se ha experimentado con moléculas, partículas y átomos, hasta la más mínima expresión de la materia que conocemos, y se ha podido comprobar una y otra vez que los resultados siempre son afectados y alterados, el estado emocional, la intención, incluso la simple curiosidad del que realiza el experimento, “el observador”, determina los resultados del experimento.
Esto en principio puede parecer un poco lío, pero eso sólo es porque no estamos acostumbrados a percibir nada más que a través de nuestros sentidos biológicos, además tampoco solemos dedicar mucho tiempo a observar, ni a observarnos. En el momento en que somos capaces de parar un poco el ritmo estridente y lleno de prisas que nosotros mismos nos hemos impuesto, no se sabe muy bien con qué propósito, nos damos cuenta fácilmente, de que existe otra manera de percibir más allá del cuerpo físico, de sentir, y de crear.
“Llegamos a la conclusión de que el observador y lo observado son parte de la misma realidad y que ésta solo existe en la medida en que nosotros, los observadores la creemos”.
Por supuesto esto conlleva una considerable cadena de concatenaciones y experiencias con otros seres humanos, para los que también tenemos responsabilidades, de las que posiblemente seguiremos hablando en otras ocasiones. Pero con demasiada frecuencia nos da demasiado miedo hacernos conscientes de que podemos cambiar nuestra realidad, pues eso necesita de un esfuerzo, de un trabajo interior, pero también de la necesidad de asumir responsabilidades, de tomar decisiones, y para eso se ve que aún estamos muy poco preparados.
Porque seguimos acurrucados en nuestro rinconcito del miedo, creyendo que allí al menos estamos seguros, que aunque ya sabemos que lo que nos rodea no nos gusta, de alguna manera lo controlamos porque lo conocemos. Y eso se mezcla con el apego y la idealización disfrazados de amor, que nos hace mantener relaciones perjudiciales, o que simplemente ya terminaron. Nos hace seguir viviendo situaciones que sólo nos aportan frustración e infelicidad, cuando en realidad es mucho más fácil de lo que nuestro miedo nos permite ver.
Es esa estructura mental errónea que hemos ido cultivando a través de nuestra vida, la única que limita nuestra realidad, nuestra libertad, nuestra felicidad. Nadie, ni nosotros mismos hemos sido culpables de ello, nuestros sistemas de creencias, nuestras circunstancias como sociedad y cultura a través de los tiempos se han ido formando a través de los patrones que en cada momento les han ido sirviendo para sobrevivir, y eso no es malo, simplemente todos evolucionamos, y llega el momento en que lo que ha servido anteriormente, ya no nos sirve, pues hemos de seguir avanzando, y la única manera en que eso se puede llevar a cabo es desde dentro hacia fuera.
La responsabilidad aparece en el momento en que nos hacemos conscientes de la posibilidad que tenemos de cambiar la realidad, tanto la nuestra, como la del mundo que nos rodea, que podemos contribuir a crear un mundo más libre y justo, que somos capaces de dar amor de verdad, y vivir sin miedo, y hacerlo extensible a todo el que comparta la vida con nosotros en algún momento, esa es la realidad.
¿Sabes tú quién soy yo?
La realidad que no queremos ver

Abuso sexual infantil
Dicen los grandes expertos es sociología que el abuso sexual infantil es tan antiguo como nuestra propia historia. Que desde nuestros mismos orígenes como especie han existido depredadores que han utilizado la fuerza y la seguridad de su posición social para dar rienda suelta a sus instintos más primarios. Y tristemente tenemos que reconocer que es absolutamente cierto, pero por lo visto aún no nos hemos avergonzado lo suficiente, pues muy lejos de haber erradicado totalmente esta mala costumbre en nuestra sociedad, seguimos consintiéndola, y en muchas más ocasiones de lo que nos gusta reconocer, seguimos mirando para otro lado.
Hemos creado leyes para proteger al menor, damos campañas anuales y continuadas de prevención, e incluso hemos asignado un día especial para conmemorar todo aquello que estamos haciendo por esos menores, pero seguimos permitiendo que los depredadores escapen a otras praderas para que sigan devorando a otras víctimas, pues lo que aún queda por cambiar son las leyes que castigan al verdugo.
Quiero dejar muy claro que ese verdugo depredador de víctimas inocentes NO es ningún enfermo, es sólo eso, un depredador al que sólo le importa satisfacer sus instintos, para lo cual no le importa en lo más mínimo el daño que pueda causar, la única empatía que guarda es para con él mismo y su propio instinto de supervivencia.
Como hemos dicho en otras ocasiones, existen distintos niveles de actuar desde el bien y desde el mal, y en este caso el depredador sexual está en el nivel más extremo de actuación del mal, y no siente ningún tipo de remordimiento por ello, de modo que su capacidad de reinserción y de que no vuelva a cometer otro abuso es inexistente.
También es importante dejar clara la diferencia entre pedófilo y pederasta, el primero aún no ha pasado a los hechos físicos, por el momento se ha contentado con la pornografía infantil, o la observación y vigilancia en secreto de algún menor, pero este es el primer paso, con un altísimo riesgo de llegar al segundo y definitivo paso, la agresión sucesiva a los menores.
Parece que nos da muchísimo miedo reconocer que nuestra sociedad no ha solucionado en absoluto este problema, pues una y otra vez, sectores muy concretos de nuestra sociedad, en lugar de dar la cara y reconocer que han acogido a estos depredadores entre sus filas, y con ello ayudarnos a todos a superar este gran problema social, prefieren ocultarlos, y cambiarlos de ubicación geográfica, creyendo que quizás con eso expían de alguna manera sus responsabilidades.
Mientras que no seamos capaces de perder el miedo a las consecuencias del reconocimiento de actos tan aberrantes para una sociedad supuestamente ética y moralmente evolucionada, seremos incapaces de llegar a esa evolución y seguiremos viviendo en el miedo continuo de los secretos a voces, de los no dichos, y de las frustraciones y las incomprensiones más profundas, que sólo pueden dar paso a toneladas y toneladas de más miedo.
Las estadísticas hablan por sí solas
Seguimos en un tabú constante en ambas vertientes, una la de confesar ante la sociedad que hemos sido víctimas, la otra la de aceptar que individuos que muy frecuentemente son referentes para nuestra sociedad sean los depredadores más comunes.
Más de 200.000 niños desaparecen anualmente en Europa y nunca se vuelve a saber nada de ellos.
Un 25% de la totalidad de nuestros niños y adolescentes son violados.
El primer problema con el que nos encontramos es la falta de recursos adecuados para defender al menor, pues en muchas ocasiones es el menor quien tiene que cambiar por completo sus hábitos de vida y su entorno, pues el depredador o bien es miembro directo de su familia o forma parte de su entorno más cercano.
La prescripción de un delito como la pederastia es de veinte años desde que el menor supuestamente agredido cumple la mayoría de edad, que en España como todos sabemos se obtiene a los 18 años.
Y aunque cada día contamos con más medios, es tremendamente curioso, a la par que escalofriante, que un gran número nuestros jóvenes al ser encuestados, estén volviendo a justificar comportamientos como el maltrato y la violencia machista, el abuso sexual infantil, y conceptos arcaicos y sobradamente demostrados perniciosos para el individuo y la sociedad. Lo que no deja de dejarle a uno pensando, en dónde exactamente nos estaremos equivocando.