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‘Nos vencieron’, por Joaquín Toril Cerro

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Joaquin Toril

El neoliberalismo ganó, pero ¿cómo hemos llegado hasta aquí?

Tras la caída del III Reich, dos modelos político-económicos, aparentemente antagónicos, se alzaron como únicas opciones de modelos políticos, “Capitalismo vs Comunismo”. Pero, como en botica, existen variantes del modelo capitalista, y en la desolada Europa de la postguerra, con la cercanía geográfica con el modelo comunista, nació un “híbrido” llamado Social Democracia, de abuelos socialistas y padres capitalistas.

La Social Democracia creía en el libre mercado sí, pero eso sí, con ciertos controles en ámbitos estratégicos. La redistribución de la riqueza, el acceso a la educación y la sanidad, las políticas de ayudas a desempleados o las coberturas a los más mayores crearon una sociedad libre y, en gran medida, justa.

Durante 20 años, apoyados en las teorías económicas keynesianas y con un avance en materia de derechos sociales, Europa vivió el mayor periodo de prosperidad en su historia. Claro que, los grandes capitales, querían más (¿cuándo tienen suficiente?), pero tenían claro, que un paso en falso, no hacia otra cosa que acercarnos al modelo comunista.

Pero en la historia, como tantas veces, bastó un hecho para cambiarlo todo. Cayó la URSS, con ella el miedo al comunismo de los grandes capitales. El neoliberalismo prendió como una cerilla empapada en gasolina, y todas las medidas de redistribución de la riqueza decrecieron con los años en post de una economía mejor. Rápidamente, se propagó en la sociedad, una cultura de la subversión hacia el “estado”. El Estado ya no era quien nos ayudaba económicamente cuando estábamos en desempleo, sino quien expoliaba nuestros ingresos a través de impuestos.

Hoy en día, el mayor logro del neoliberalismo es que detestemos la palabra Estado. Pero, el Estado, no es un fin, sino una herramienta para poder cumplir un fin, y dependerá de quién utilice dicha herramienta con la consecución del fin que se consiga.

Hemos llegado a tal nivel de alienación, que aquellas personas que necesitan que el Estado los protejan, lo detestan, mientras que en la otra cara de la moneda, personas claramente neoliberales, no tienen ningún reparo en trabajar para el Estado.

Sí, hablo de profesores, médicos, policías o funcionarios, que no muestran ningún reparo a la hora de considerar que la intervención del estado debiese ser menor con una mano, mientras con la otra cobran del mismo por trabajar para él. Si, por ejemplo, un médico o un profesor, funcionario de los cuerpos del Estado,  se declara abiertamente neoliberal, ¿no debería poner en práctica sus ideas y abrirse camino en el sector privado? ¿por qué no es consecuente con su pensamiento?

El neoliberalismo ganó. Ganó por que dejamos la única herramienta que tiene el ciudadano de a pie para defenderse en manos de sus perseguidores.

Joaquín Toril Cerro
Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración y Máster en Técnicas Cuantitativas en Gestión Empresarial

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4 Comentarios

1 Comentario

  1. Julian Molinero Marquez

    17 Dic 2016 at 13:39

    Muy buen artículo Joaquín, creo que sería idóneo tener una visión de la economía en su forma macro, interpretada y adaptada a nuestro entorno mas cercano y en esta forma de artículos a poder ser con una periodicidad adecuada sería muy interesante. Animo……
    Para mí el papel del Estado en cualquiera de sus niveles según el ámbito de actuación es el de administrar y gestionar los recursos propios y los derivados de los impuestos qué afectan a los ciudadanos con criterios de igualdad, eficacia y muy importante de honradez y honestidad.
    En este desempeño es primordial la atención y fortalecimiento de los pilares sobre los que se sustenta este llamado estado del bienestar, Sanidad, Educación, Dependencia y para mí muy importante y que incluiría en estos tres la Investigación.
    Esta administración de los recursos eficaz, igualitaria, honrada y honesta debería de tener como uno de sus principales objetivos la atención a sectores desfavorecidos de la población procurando a través de la formación, programas de promoción de empleo y unas políticas de ayudas sociales adecuadas, conseguir que la brecha entre capas sociales sea la menor posible.
    En este aspecto pienso que los ciudadanos en la parte que nos toca hemos contribuido a que el tipo de administración a la que me refiero no surta el efecto adecuado pues coincido contigo Joaquín en que el ciudadano ha abandonado los pocos mecanismos de control hacia la administración que tenía como puede ser la Participación Ciudadana, que a su vez ha sido la propia Administración la que no ha puesto el suficiente interés en su desarrollo.
    Hemos olvidado y dejado de poner en práctica este tipo de economía de proximidad qué tan buenos resultados da en sociedades comprometidas con criterios de sostenibilidad y de igualdad social y nos hemos dejado llevar por esta sociedad de consumo basada en comprar, usar y tirar con criterios de obsolescencia programada que tanto esclaviza al propio consumidor.
    Alguien dijo que el mejor carro de combate para luchar contra esta sociedad consumista poco sostenible y creadora de desigualdades es el carro de la compra.
    De esta forma y si hemos aprendido algo (que no lo creo) de estas épocas de crisis, con nuestra forma de consumir y participar en la gestión municipal o provincial o regional etc…. podremos influir en la creación de una sociedad un poco más sostenible, igualitaria y basada un poco más en el bienestar del ciudadanos y  no tanto en la consecución de cada vez más y más bienes de consumo y búsqueda de la rentabilidad del capital.

    • Joaquín Toril

      19 Dic 2016 at 10:17

      Estimado Julian, ante todo, gracias por la lectura de este breve artículo y por sus palabras. Si me gustaría señalizar que no estoy acostumbrado a realizar “ciertos” análisis en un formato tan limitado, y, evidentemente , se quedan cosas en el tintero. La idea principal que quería transmitir es la diferenciación existente entre Estado como concepto teórico de organización política y corrientes ideológicas que utilizan esta herramienta (el Estado) para ejecutar sus hipótesis. Evidentemente , mi posición política determina mi concepto de Estado. Una vez comprendamos los ciudadanos, que la una herramienta existente actualmente que puede general algún tipo de defensa por parte de la gran mayoría de los ciudadanos frente a las élites económicas , es el Estado, será más complicado por parte de estas élites económicas en reducir su presencia. La única forma de conseguir esto, es conseguir una gestión eficiente y solidaria de los recursos, citando por ejemplo Suecia, como paradigma de esa buena gestión.

  2. Pedro j. Perez

    19 Dic 2016 at 09:20

    Joquin: tu articulo me parece bastante acertado y denota un conocimiento y manjeo de los terminos muy suprior a lo acosrumbraso a ver entre la gente de generacion, que , lamentandolo mucho, esta un poco cruda en esfa materia.
    Hemos perdido porque el comunismo y el solcialismo, cuando han estado en el poder solo han dejado ( y siguen haciendolo, Cuba,Corea, Venezuela etc.) tras de si, hambre, pobreza extrema y muerte.
    Asi es que una vez fracasado este sistema economico y social, el capitalismo se erige en el unico capaz de gestinar los recursos del mundo. Obviamente al no tener unas fuerzas opisitoras fuertes y creibles, abusan.
    Pero yo preguntaria : de quien es la culpa?.
    Un saludo..

    • Joaquin Toril Cerro

      19 Dic 2016 at 10:28

      Estimado Pedro, agradecerle lo primero que haya dedicado parte de su tiempo en leer este breve artículo. En forma de pequeña anécdota, un día en una de las asignaturas de la licenciatura de Ciencias Políticas, un profesor nos preguntó por los diferentes sistemas políticos que han existido. Tras más de hora y medía , llegamos a la conclusión que todos eran francamente deficientes, aunque elegimos al capitalismo como “el menos malo”, debido a la interacción de varios actores y sus distintas variantes. Que el modelo político de la URSS fue un elemento de control sobre el neoliberalismo europeo, no cabe duda, pero en mi opinión, nuestro bienestar no debería de recaer eternamente sobre el yugo sufrido por los ciudadanos de otros modelos. Considero que con el tiempo, es la sociedad la que debe razonar hacia que modelo le interesa ir, y en mi opinión, siempre preferiré vivir en una sociedad del estilo nórdico, a una sociedad del estilo norteamericano.

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Cultura

Hablando de presentaciones de libros, de Cultura y de Los Pedroches

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Hablando de presentaciones de libros, de Cultura y de Los Pedroches

Quizás, para la librería 17 Pueblos, todo empezara con aquel encuentro de escritores de Los Pedroches que tuvo lugar en abril de 2015 en Pedroche. Allí, una de las críticas más escuchada era el poco interés a nivel institucional y cultural en Los Pedroches para uno de los pilares fundamentales de la Cultura, los escritores y escritoras de esta tierra. Y tenían razón quienes lo decían, salvo contados casos.

Nueve años después, 17 Pueblos seguimos aportando nuestro granito de arena para evitar este desinterés.

Félix Ángel Moreno Ruiz, escritor de Pozoblanco, ha publicado una nueva novela, “Un crimen de barrio“. Estos días, la ha presentado en tres municipios de Los Pedroches, en Alcaracejos, en Torrecampo y en El Viso, y 17 Pueblos le ha acompañado. Hay que agradecer la disponibilidad de estos ayuntamientos para acoger este tipo de actividad.

Eso sí, de alguna forma habría que dar a entender que una presentación de un libro no es un “charlatán que te quiere vender algo“. Una presentación de un libro es una actividad cultural, donde gente “de la cultura” habla sobre un tema, intercambia impresiones con el público, donde el que va siempre aprende y comparte. No es obligatorio comprar un libro.

Quizás haya que cambiar el concepto, amoldar el continente, para darle más importancia al contenido. Es difícil entender cómo las personas que forman parte de un club de lectura no acuden a estos eventos, es difícil entender que una parte de la gran cantidad de lectores que existen no se interesen por estos momentos de charla literaria. Algo falla y algo debemos hacer todos por remediarlo.

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‘Caminata a la lucha y la reivindicación’, por Francisco Carrillo

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'Caminata a la lucha y la reivindicación', por Francisco Carrillo

Caminante, no hay camino, se hace camino al andar (Antonio Machado)

Aunque ya lleva un corto camino recorrido, el jueves noche, en claro acuerdo con la luna llena, la plataforma “Unidos por el Agua” escenificó su primer acto tras su legal constitución. Al atardecer de El Viso, aunando el sol poniente y la luna naciente, se congregaron un par cumplido de cientos de personas de toda edad, condición y procedencia en extramuros para una caminata. La aspiración era clara y sencilla: dar visibilidad a la plataforma, hacer ejercicio sano, comer un bocadillo en comunión reivindicativa y disfrutar de nuestro cielo con una luna espectacular.

Y el destino de ella, como todas las cosas importantes de la vida, sin nombrarlo, era la razón de nuestra procesión de zapatilla y mochila. Su nombre reverbera, una y otra vez, en las conversaciones de Los Pedroches y, supongo, el Guadiato: La Colada. El pantano olvidado, rescatado de ese pozo para intentar convertirlo en lugar emblemático de disfrute de la naturaleza y al que la realidad, que todos conocíamos y nadie quería reconocer, lo empujó a la sima del oprobio público: su agua está contaminada, incompatible en parte con la vida.

Pero aún así, anoche a su vera, en una orilla oscura como nuestro futuro, aún así, esa agua está salvando al norte de la provincia. Y de alguna forma a sus representantes, pues si la suerte de la Colada hubiera sido la misma que Sierra Boyera, se podría asegurar que los centenares de anoche serían miles muy cumplidos. Quizá coléricos. Quizá envalentonados con el arrojo del que nada más tiene para perder.

Ayer salía la noticia de que Andalucía aún tiene 4500 millones de euros de fondos europeos sin ejecutar. Si esto es así, se me ocurre de primeras un par de actuaciones imprescindibles, urgentes y justas en los Pedroches y Guadiato. Tenemos una ruina encima y, aunque el dinero no la pueda reparar en su totalidad, si puede ayudar a que sea, al menos, soportable.

Hago desde aquí un ruego a todos nuestros representantes políticos para reunirse ya, armarse de buena voluntad y hacer, de una buena vez, algo por una tierra secularmente olvidada y castigada.

Por favor.

Francisco Carrillo Regalón

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‘La moral de las naranjas’, por Juan Ferrero

“Tomar una naranja del árbol no es moralmente ni bueno ni malo, depende”

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Naranjo, naranja

El pueblo es pequeño, pero tiene una plaza cuadrangular, amplia, rodeada en su interior por alegres naranjos, así como en todas las calles que a ella afluyen. Anualmente, el Ayuntamiento recolecta la dulce fruta y las invierte en algún objetivo municipal. Esta temporada, tras un referendo entre sus vecinos, se ha acordado por unanimidad, y así se ha recogido en un decreto de la Alcaldía, que el dinero conseguido con la venta de las naranjas irá a amortizar todo o parte de la colocación en el centro de la plaza de una fuente que la embellezca aún más.

El decreto se toma como ley y quien la incumpla será multado.

El hombre que atiende el quiosco de la plaza es persona honrada, de principios cívicos, y ve acertado el proyecto al que los vecinos se han comprometido.

Mas pasando el tiempo, observa que algunos vecinos, incumpliendo el compromiso contraído, van cogiendo naranjas para su beneficio particular.

La cogida de naranjas, poco a poco se va haciendo generalizada.

El hombre del quiosco comprueba, primero sorprendido y después indignado, cómo las naranjas van desapareciendo sin que ninguna autoridad haga algo para evitarlo. Es cierto que la policía municipal ha tomado algunos nombres para justificarse y enviado las correspondientes denuncias; pero luego el Alcalde no las tramita ni les da curso, porque cada vecino multado supondría la pérdida de votos de una familia en las próximas elecciones locales.

El quiosquero, sentado en el interior de su habitáculo, mira a la plaza y reflexiona:

Tomar una naranja del árbol no es moralmente ni bueno ni malo, depende de las circunstancias y las circunstancias son que de forma democrática y por unanimidad los vecinos se comprometieron a no coger naranjas para provecho propio y particular. El Alcalde este acuerdo lo hizo ley y la ley es necesario cumplirla y quien así no lo haga deberá recibir una sanción por el perjuicio producido a la colectividad.

Pero si los vecinos se sirven naranjas cada cual a su aire y el Alcalde no vigila ni sanciona, ¿cómo proceder?

Él es un hombre cumplidor de los acuerdos, que respeta la ley; una persona honrada, y aunque todos obren de modo contrario, tiene que mantenerse fiel a sus principios.

Sin embargo, por otra parte, ¿a quién perjudicaría si él también tomara algunas de las pocas naranjas que aún quedan…?

Pero no.

El quiosquero se entristece al constatar una vez más que en nuestra sociedad las personas decentes siempre salen perdiendo y los que no respetan nada y actúan saltándose las leyes y actuando de modo egoísta en beneficio propio con perjuicio para los demás, son lo que, a la larga, suelen quedar beneficiados.

Y ocurrió que el hombre del quiosco, honrado y cumplidor de las leyes democráticas se quedó sin naranjas y el pueblo se quedó sin fuente en la plaza.

Juan Ferrero

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