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‘La mujer revolucionaria’, por Reyes de la Cruz García

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La mujer revolucionaria es aquella que lucha por el cambio de algo. Ya puede ser el cambio de sistema, o el cambio de la vista del patriarcado. Es esa mujer que se quiere, tal y como es, comprendiendo que cada arruga es una marca de cada carcajada que ha soltado; que cada estría es una marca natural de traer al mundo una nueva vida… Es esa mujer que elige cómo y cuándo se queda embarazada, que elige cuándo se enamora y de quién.

La mujer revolucionaria es esa que es libre, que comprende que nació libre y que no pertenece a ningún hombre, no se deja manejar por nadie y decide tener su propia ideología. Ella lucha por la erradicación de hambrunas, la desigualdad social y sobre todo, por qué el hombre comprenda que no es superior a la mujer y por qué la respete, pues proviene del vientre de una mujer.

La mujer revolucionaria es aquella que se hace respetar, y que cuándo dice no, es no; es la que decide la ropa que se pone, ignorando cualquier comentario; o que si tiene unos kilos de más, se quiere con esos kilos de más, transmitiendo esa seguridad y confianza en sí misma a los que le rodean.

La mujer revolucionaria es la madre que cuida, que arropa a sus hijos de cualquier daño y que los llena de cariño y amor. Es la mujer que se echa en la espalda todo el dolor para que no llegue a sus hijos. Es aquella mujer que hace de paño de lágrimas y ofrece un abrazo a pesar de las malas palabras de sus hijos.

La mujer revolucionaria es a su vez, aquella que acude a manifestaciones para intentar aportar su granito de arena en el cambio necesario para alcanzar un mundo justo, la que lucha por qué se obtengan libertades y derechos para la mujer en un futuro, con la esperanza de que la mujer del futuro no dé un paso para atrás y eche por tierra la lucha de sus antepasados. Y aquí destaco la lucha de la mujer por el voto, o simplemente, por una cosa tan normal como la escolarización.

Mantengo la esperanza de que quedaremos mujeres revolucionarias que lucharemos por la igualdad entre el hombre y la mujer; aunque muchas de las desigualdades actuales se encuentren en la mente, tanto de hombres y mujeres, con pensamientos machistas dando lugar a la sociedad tan llena de violencia de género y denigración de la mujer. La mujer es la que puede empezar a dar el cambio a través del cariño y el cuidado de los niños, transmitiendo la educación y el respeto para todos.

mujer-revolucionaria

Reyes de la Cruz García

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4 Comentarios

1 Comentario

  1. Pedro Muñoz León

    9 Jun 2015 at 01:06

    Pero que bonito Reyes… me ha encantado, lo tengo clarisimo que lo voy a compartir porque esa rabia de inconformismo tan bien expresada merece ser leida por mucha gente. Enhorabuena y me alegro muchísimo ojalá y pueda leer muchísimos más! Te quiero amiga!!!

  2. Elena

    9 Jun 2015 at 15:34

    Estoy de acuerdo con lo que escribes ahí. No creo que ninguna mujer quiera se infravalorada y sentirse inferior a un hombre pero eso es lo único que se muestra por nuestra parte, aunque no queramos, ya que estamos predestinadas a realizar unas tareas que “por tradición” hay que seguir llevando a cabo como se ha hecho a lo largo de la historia, como por ejemplo dedicarnos al cuidado de nuestros hijos y la casa sin recibir un sueldo mientras que el hombre trabaja fuera de esta y es el que gana dinero. Nos conformamos con el trabajo que tenemos o con la decisión que toma un hombre a pesar de no estar de acuerdo con ella. Pero es hora de que nos impongamos y hagamos ver que tanto las mujeres como los hombres somos iguales. Esa mujer de la que hablas, una mujer revolucionaria, es el ejemplo que todas deberíamos de seguir y así conseguiremos que haya igualdad. Esa mujer no se rinde a pesar de tener millones de obstáculos, lucha hasta el final y si ella no consigue esa igualdad sigue luchando para que sus descendientes sí que la tengan y se pueda llegar a vivir en mundo justo y con libertad.

  3. JoaquínVL

    3 Sep 2015 at 02:19

    Me ha gustado tu artículo. Es un tema tan delicado y a la vez tan necesario de “gritar”, especialmente el machismo violento, tanto hombre-mujer como mujer-hombre.
    ¡Ánimo! y escribe más, el Pueblo necesita más pedagogía sobre el tema, pedagogía que los políticos esconden o ignoran.

  4. calabresa

    8 Sep 2015 at 20:23

    Me ha encantadooooooo.

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‘Caminata a la lucha y la reivindicación’, por Francisco Carrillo

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'Caminata a la lucha y la reivindicación', por Francisco Carrillo

Caminante, no hay camino, se hace camino al andar (Antonio Machado)

Aunque ya lleva un corto camino recorrido, el jueves noche, en claro acuerdo con la luna llena, la plataforma “Unidos por el Agua” escenificó su primer acto tras su legal constitución. Al atardecer de El Viso, aunando el sol poniente y la luna naciente, se congregaron un par cumplido de cientos de personas de toda edad, condición y procedencia en extramuros para una caminata. La aspiración era clara y sencilla: dar visibilidad a la plataforma, hacer ejercicio sano, comer un bocadillo en comunión reivindicativa y disfrutar de nuestro cielo con una luna espectacular.

Y el destino de ella, como todas las cosas importantes de la vida, sin nombrarlo, era la razón de nuestra procesión de zapatilla y mochila. Su nombre reverbera, una y otra vez, en las conversaciones de Los Pedroches y, supongo, el Guadiato: La Colada. El pantano olvidado, rescatado de ese pozo para intentar convertirlo en lugar emblemático de disfrute de la naturaleza y al que la realidad, que todos conocíamos y nadie quería reconocer, lo empujó a la sima del oprobio público: su agua está contaminada, incompatible en parte con la vida.

Pero aún así, anoche a su vera, en una orilla oscura como nuestro futuro, aún así, esa agua está salvando al norte de la provincia. Y de alguna forma a sus representantes, pues si la suerte de la Colada hubiera sido la misma que Sierra Boyera, se podría asegurar que los centenares de anoche serían miles muy cumplidos. Quizá coléricos. Quizá envalentonados con el arrojo del que nada más tiene para perder.

Ayer salía la noticia de que Andalucía aún tiene 4500 millones de euros de fondos europeos sin ejecutar. Si esto es así, se me ocurre de primeras un par de actuaciones imprescindibles, urgentes y justas en los Pedroches y Guadiato. Tenemos una ruina encima y, aunque el dinero no la pueda reparar en su totalidad, si puede ayudar a que sea, al menos, soportable.

Hago desde aquí un ruego a todos nuestros representantes políticos para reunirse ya, armarse de buena voluntad y hacer, de una buena vez, algo por una tierra secularmente olvidada y castigada.

Por favor.

Francisco Carrillo Regalón

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‘La moral de las naranjas’, por Juan Ferrero

“Tomar una naranja del árbol no es moralmente ni bueno ni malo, depende”

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Naranjo, naranja

El pueblo es pequeño, pero tiene una plaza cuadrangular, amplia, rodeada en su interior por alegres naranjos, así como en todas las calles que a ella afluyen. Anualmente, el Ayuntamiento recolecta la dulce fruta y las invierte en algún objetivo municipal. Esta temporada, tras un referendo entre sus vecinos, se ha acordado por unanimidad, y así se ha recogido en un decreto de la Alcaldía, que el dinero conseguido con la venta de las naranjas irá a amortizar todo o parte de la colocación en el centro de la plaza de una fuente que la embellezca aún más.

El decreto se toma como ley y quien la incumpla será multado.

El hombre que atiende el quiosco de la plaza es persona honrada, de principios cívicos, y ve acertado el proyecto al que los vecinos se han comprometido.

Mas pasando el tiempo, observa que algunos vecinos, incumpliendo el compromiso contraído, van cogiendo naranjas para su beneficio particular.

La cogida de naranjas, poco a poco se va haciendo generalizada.

El hombre del quiosco comprueba, primero sorprendido y después indignado, cómo las naranjas van desapareciendo sin que ninguna autoridad haga algo para evitarlo. Es cierto que la policía municipal ha tomado algunos nombres para justificarse y enviado las correspondientes denuncias; pero luego el Alcalde no las tramita ni les da curso, porque cada vecino multado supondría la pérdida de votos de una familia en las próximas elecciones locales.

El quiosquero, sentado en el interior de su habitáculo, mira a la plaza y reflexiona:

Tomar una naranja del árbol no es moralmente ni bueno ni malo, depende de las circunstancias y las circunstancias son que de forma democrática y por unanimidad los vecinos se comprometieron a no coger naranjas para provecho propio y particular. El Alcalde este acuerdo lo hizo ley y la ley es necesario cumplirla y quien así no lo haga deberá recibir una sanción por el perjuicio producido a la colectividad.

Pero si los vecinos se sirven naranjas cada cual a su aire y el Alcalde no vigila ni sanciona, ¿cómo proceder?

Él es un hombre cumplidor de los acuerdos, que respeta la ley; una persona honrada, y aunque todos obren de modo contrario, tiene que mantenerse fiel a sus principios.

Sin embargo, por otra parte, ¿a quién perjudicaría si él también tomara algunas de las pocas naranjas que aún quedan…?

Pero no.

El quiosquero se entristece al constatar una vez más que en nuestra sociedad las personas decentes siempre salen perdiendo y los que no respetan nada y actúan saltándose las leyes y actuando de modo egoísta en beneficio propio con perjuicio para los demás, son lo que, a la larga, suelen quedar beneficiados.

Y ocurrió que el hombre del quiosco, honrado y cumplidor de las leyes democráticas se quedó sin naranjas y el pueblo se quedó sin fuente en la plaza.

Juan Ferrero

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‘Suben las gasolineras y baja el servicio’, por Juan Ferrero

“Los empleados, despedidos; los usuarios, haciendo gratis el trabajo de estos; y el empresario, tan complaciente”

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'Suben las gasolineras y baja el servicio', por Juan Ferrero

A veces, puede comprobarse lo fácil que le resulta a las clases dominantes conducir a la masa popular sin que esta proteste lo más mínimo.

Estamos quejándonos constantemente de la carestía de la vida por todas partes y luego llegamos a la gasolinera y le decimos a los empleados que sirven en los surtidores que se quiten de allí y se vayan al paro, que ese trabajo lo vamos a realizar nosotros de modo gratuito.

El asalariado, al que le habrán exigido al menos un cursillo o jornadas para que lleve en cuenta las más elementales normas a la hora de manipular sustancias inflamables y, por lo tanto, peligrosas, se marchará a engrosar la lista del paro, mientras nosotros nos bajamos del vehículo y, “generosamente”, tomamos el surtidor sin tener en cuenta los perjuicios que eso puede acarrearnos. Unas manchas en la indumentaria, por ejemplo, inutilizarían nuestras prendas de vestir. ¿Y quién pagaría eso?  En ocasiones, ni el dinero solucionaría el problema, como el caso en que las circunstancias y el tiempo, en pleno viaje, no permitiera el cambio de indumentaria; por no citar descuidos propios o con elementos y personas de acompañamiento o ajenas que se hallen junto a los mismos surtidores.

Resumiendo: los empleados, despedidos; los usuarios, haciendo gratis el trabajo de estos; y el empresario, tan complaciente. Porque, que nos conste, ni sindicatos, ni partidos, ni Ministerio de Consumo, ni el público en general dicen o hacen algo al respecto.

En  la vida cotidiana pueden darse abusos frente a los cuales poco puede hacer el individuo solo. Pero no es este el caso porque, por fortuna, aún existen gasolineras atendidas por sus empleados, y yo, mientras  sea posible, únicamente acudiré a estas (subrayo lo de “sea posible” ya que tampoco es caso de quedarse en la carretera sin carburante por no pararse en la gasolinera de autoservicio). Pero una cosa no quita la otra; todo es cuestión de prever y calcular.

Juan Ferrero

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