Tu opinión
‘La Bandera (2/2)’, por Juan Ferrero
“Los contenido que algunos atribuyen a la bandera no están en la bandera, sino en sus cabezas”. Juan Ferrero nos da su opinión
Ya dije en la primera parte que las banderas se inventaron para señalar, para reconocer a un grupo de personas o a un espacio o territorio referido a ese grupo, y que fundir este significado con otros añadidos me parecía infantil y absurdo.
LA BANDERA ESPAÑOLA
Puede observarse que allá donde se acumulan un grupo de banderas, siempre hay unas cuantas que se distinguen con más facilidad que el resto, entre ellas la española; seguramente por su diseño y por tratarse de solo dos colores intensos. Otra, por ejemplo, que destaca enseguida entre las demás es la japonesa, y por lo mismo: su diseño y dos colores. Las banderas que superan los dos colores son más difíciles de identificar cuando concurren con otras. Así lo vieron los diseñadores de nuestra roja y gualda, y opino que fue un acierto, porque creo que cumple mejor que ninguna otra la función de distinguir a personas o espacios.
¿LA BANDERA ACTUAL, LA ROJA Y GUALDA, ES FRANQUISTA Y DE LA DERECHA?
Hay que afirmar categóricamente que no.
Veamos su origen:
El rey Carlos III, en 1785, comprobando que la bandera española de entonces (por el predominio del color blanco de los borbones), se confundía con las banderas de otros territorios en los que España había dominado y, a la sazón, gobernados por ramas borbónicas, convocó un concurso para confeccionar una bandera nueva. Se le presentaron 12 modelos de los cuales Carlos III escogió la actual roja y gualda. Y se decidió por ella, no por algún significado político o ideológico, sino porque consideró que era la mejor bandera para ser reconocida a distancia. Así que mandó instalar la nueva bandera en los buques de la armada militar y en los fortines de las costas. Después, comprobada su eficacia, Isabel II la implantó como bandera general de España, y así ha figurado desde entonces en todas las etapas de nuestra historia, incluida la I República (excepto el tiempo de la II República). Lo único que sí cambió varias veces fue el escudo. La última modificación de éste la llevó a cabo el PSOE, cuando gobernaba en España, ya en la vigente etapa democrática. De modo que, en sentido estricto, puede decirse que la bandera que ahora identifica a nuestra nación es la del PSOE.
¿HEMOS DE DESHACERNOS ENTONCES DE LA BANDERA TRICOLOR DE LA II REPÚBLICA?
Pues no.
Una vez más, repito (repetición intencionada para invitar a la reflexión), que una bandera es un instrumento que permite reconocer un colectivo de personas, más o menos amplio, o cualquier objeto referido a él, y solo debiera servir para eso. Los contenidos que algunos atribuyen a una bandera no están en la bandera, sino en sus cabezas. Existen banderas de muchas clases: nacionales, autonómicas, de partidos, de asociaciones religiosas, deportivas, culturales, etc. etc. Cuando en un acontecimiento social alguien quiere hacer notar su presencia como, por ejemplo, un comunista, anarquista, republicano, requeté, etc., enarbola la bandera correspondiente. Pero esto no debiera significar que, si llegaran a hacerse realidad las pretensiones de estas personas o sectores, hubiese que sustituir la actual bandera nacional por la correspondiente sectorial. Por una parte tendríamos las banderas sectoriales y, sobre ellas, la bandera nacional, la roja y gualda; porque es la que con más eficacia cumple la misión para la cual fueron creados estos instrumentos.
Reteniendo lo que he dicho sobre lo que es una bandera, debiéramos utilizar el sentido común y práctico. El que una persona porte una bandera de la II República (la tricolor) debiera significar su deseo de que se instale en la sociedad el sistema político de la II República. Pero por encima de todas las banderas, la roja y gualda de la nación española.
Verdad es que los franquistas y la más rancia derecha se han querido apoderar indebidamente de ella. Sin embargo, si todos aceptásemos la roja y gualda como la bandera nacional, ese sector político de la derecha se quedaría sin bandera que los identificara.
Los hay que objetan que se trata de una bandera monárquica porque la confeccionó un rey.
Es cierto que la eligió un rey. Pero en sus llamativos colores no se hace referencia a casa real alguna. Y si nos guiásemos por ese argumento, los que no somos monárquicos no podríamos transitar por las amplias avenidas y otros lugares del centro de Madrid, construidos precisamente por el monarca Carlos III.
De modo que: República, sí; pero con la bandera roja y gualda como bandera común de todos los españoles.
Juan Ferrero
Cultura
Hablando de presentaciones de libros, de Cultura y de Los Pedroches
Quizás, para la librería 17 Pueblos, todo empezara con aquel encuentro de escritores de Los Pedroches que tuvo lugar en abril de 2015 en Pedroche. Allí, una de las críticas más escuchada era el poco interés a nivel institucional y cultural en Los Pedroches para uno de los pilares fundamentales de la Cultura, los escritores y escritoras de esta tierra. Y tenían razón quienes lo decían, salvo contados casos.
Nueve años después, 17 Pueblos seguimos aportando nuestro granito de arena para evitar este desinterés.
Félix Ángel Moreno Ruiz, escritor de Pozoblanco, ha publicado una nueva novela, “Un crimen de barrio“. Estos días, la ha presentado en tres municipios de Los Pedroches, en Alcaracejos, en Torrecampo y en El Viso, y 17 Pueblos le ha acompañado. Hay que agradecer la disponibilidad de estos ayuntamientos para acoger este tipo de actividad.
Eso sí, de alguna forma habría que dar a entender que una presentación de un libro no es un “charlatán que te quiere vender algo“. Una presentación de un libro es una actividad cultural, donde gente “de la cultura” habla sobre un tema, intercambia impresiones con el público, donde el que va siempre aprende y comparte. No es obligatorio comprar un libro.
Quizás haya que cambiar el concepto, amoldar el continente, para darle más importancia al contenido. Es difícil entender cómo las personas que forman parte de un club de lectura no acuden a estos eventos, es difícil entender que una parte de la gran cantidad de lectores que existen no se interesen por estos momentos de charla literaria. Algo falla y algo debemos hacer todos por remediarlo.
Tu opinión
‘Caminata a la lucha y la reivindicación’, por Francisco Carrillo
Caminante, no hay camino, se hace camino al andar (Antonio Machado)
Aunque ya lleva un corto camino recorrido, el jueves noche, en claro acuerdo con la luna llena, la plataforma “Unidos por el Agua” escenificó su primer acto tras su legal constitución. Al atardecer de El Viso, aunando el sol poniente y la luna naciente, se congregaron un par cumplido de cientos de personas de toda edad, condición y procedencia en extramuros para una caminata. La aspiración era clara y sencilla: dar visibilidad a la plataforma, hacer ejercicio sano, comer un bocadillo en comunión reivindicativa y disfrutar de nuestro cielo con una luna espectacular.
Y el destino de ella, como todas las cosas importantes de la vida, sin nombrarlo, era la razón de nuestra procesión de zapatilla y mochila. Su nombre reverbera, una y otra vez, en las conversaciones de Los Pedroches y, supongo, el Guadiato: La Colada. El pantano olvidado, rescatado de ese pozo para intentar convertirlo en lugar emblemático de disfrute de la naturaleza y al que la realidad, que todos conocíamos y nadie quería reconocer, lo empujó a la sima del oprobio público: su agua está contaminada, incompatible en parte con la vida.
Pero aún así, anoche a su vera, en una orilla oscura como nuestro futuro, aún así, esa agua está salvando al norte de la provincia. Y de alguna forma a sus representantes, pues si la suerte de la Colada hubiera sido la misma que Sierra Boyera, se podría asegurar que los centenares de anoche serían miles muy cumplidos. Quizá coléricos. Quizá envalentonados con el arrojo del que nada más tiene para perder.
Ayer salía la noticia de que Andalucía aún tiene 4500 millones de euros de fondos europeos sin ejecutar. Si esto es así, se me ocurre de primeras un par de actuaciones imprescindibles, urgentes y justas en los Pedroches y Guadiato. Tenemos una ruina encima y, aunque el dinero no la pueda reparar en su totalidad, si puede ayudar a que sea, al menos, soportable.
Hago desde aquí un ruego a todos nuestros representantes políticos para reunirse ya, armarse de buena voluntad y hacer, de una buena vez, algo por una tierra secularmente olvidada y castigada.
Por favor.
Francisco Carrillo Regalón
Tu opinión
‘La moral de las naranjas’, por Juan Ferrero
“Tomar una naranja del árbol no es moralmente ni bueno ni malo, depende”
El pueblo es pequeño, pero tiene una plaza cuadrangular, amplia, rodeada en su interior por alegres naranjos, así como en todas las calles que a ella afluyen. Anualmente, el Ayuntamiento recolecta la dulce fruta y las invierte en algún objetivo municipal. Esta temporada, tras un referendo entre sus vecinos, se ha acordado por unanimidad, y así se ha recogido en un decreto de la Alcaldía, que el dinero conseguido con la venta de las naranjas irá a amortizar todo o parte de la colocación en el centro de la plaza de una fuente que la embellezca aún más.
El decreto se toma como ley y quien la incumpla será multado.
El hombre que atiende el quiosco de la plaza es persona honrada, de principios cívicos, y ve acertado el proyecto al que los vecinos se han comprometido.
Mas pasando el tiempo, observa que algunos vecinos, incumpliendo el compromiso contraído, van cogiendo naranjas para su beneficio particular.
La cogida de naranjas, poco a poco se va haciendo generalizada.
El hombre del quiosco comprueba, primero sorprendido y después indignado, cómo las naranjas van desapareciendo sin que ninguna autoridad haga algo para evitarlo. Es cierto que la policía municipal ha tomado algunos nombres para justificarse y enviado las correspondientes denuncias; pero luego el Alcalde no las tramita ni les da curso, porque cada vecino multado supondría la pérdida de votos de una familia en las próximas elecciones locales.
El quiosquero, sentado en el interior de su habitáculo, mira a la plaza y reflexiona:
Tomar una naranja del árbol no es moralmente ni bueno ni malo, depende de las circunstancias y las circunstancias son que de forma democrática y por unanimidad los vecinos se comprometieron a no coger naranjas para provecho propio y particular. El Alcalde este acuerdo lo hizo ley y la ley es necesario cumplirla y quien así no lo haga deberá recibir una sanción por el perjuicio producido a la colectividad.
Pero si los vecinos se sirven naranjas cada cual a su aire y el Alcalde no vigila ni sanciona, ¿cómo proceder?
Él es un hombre cumplidor de los acuerdos, que respeta la ley; una persona honrada, y aunque todos obren de modo contrario, tiene que mantenerse fiel a sus principios.
Sin embargo, por otra parte, ¿a quién perjudicaría si él también tomara algunas de las pocas naranjas que aún quedan…?
Pero no.
El quiosquero se entristece al constatar una vez más que en nuestra sociedad las personas decentes siempre salen perdiendo y los que no respetan nada y actúan saltándose las leyes y actuando de modo egoísta en beneficio propio con perjuicio para los demás, son lo que, a la larga, suelen quedar beneficiados.
Y ocurrió que el hombre del quiosco, honrado y cumplidor de las leyes democráticas se quedó sin naranjas y el pueblo se quedó sin fuente en la plaza.
Juan Ferrero
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Juan Gutiérrez
22 Feb 2021 at 13:26
Que además la votamos como bandera de España en el referéndum de la Constitución del 78. Ya no es de ningún rey, ni partido, ya es del pueblo del cual emanan todos los poderes